Hace 12 años, antes de las olimpiadas de Londres de 2012 hablábamos sobre la llegada del pole dance a las olimpiadas. En ese entonces se decía que había sido aprobado como deporte de muestra tras la recolección de más de 10 mil firmas en una petición. Pero, Londres 2012 llegó y se fue, Río 2016 llegó y se fue, Tokio 2023 llegó y se fue y hoy en París 2024 lo más cercano al pole que vemos es la gimnasia y quizás el salto con garrocha (es un chiste).
A pesar de los grandes esfuerzos en todo el mundo de separar el pole de su lado más sensuales a través del pole sport, disciplina donde el elemento acrobático, artístico y deportivo son evaluados y los altos tacones, nudismo y movimientos sexy están completamente prohibidos, todavía no hemos visto el pole en una tarima olímpica.
Pero, ¿por qué?
En 2012 la reconocida campeona pole dancer Felix Cane comentó que ella no hace pole sin tacones y no veía posible que el Comite Olímpico Internacional aceptara este tipo de indumentaria en las olimpiadas, razón por la cual ella veía difícil que el pole olímpico llegase a ser una realidad.
Mucho esfuerzo físico pero mucha estigma
En un artículo para Slate, la presidenta de la Federación Internacional de Pole Sports, Katie Coates, comentó que a pesar de todo el esfuerzo que conlleva hacer pole a un nivel elitesco, hacer cross training con pesas, elasticidad y más, todavía se ve lejos el sueño olímpico. De hecho, fue un colega, Tim Trautman, quien le dijo que abriera la federación con el objetivo de que se pudiese iniciar la conversación con las olimpiadas.
Comenta Coates que desde su creación, la federación ha sido muy exitosa, ayudando a crear desde entonces 25 federaciones que realizan competencias anuales y que incluso lograron que el pole lograra estatus olímpico de “observador” en 2017, pero de lo cual no surgió nada.
Esto no ha sido todo, la IPSF ha creado reglas desde cero, de forma muy meticulsa que pasaron de 20 trucos en 2011 a más de 450 páginas en el presente. También se desarrolló un sistema de puntaje para que un jurado pueda calificar como se hace en cualquier deporte olímpico, tomando en cuenta la complejidad de los movimientos, coreografía, estilo y expresión. De hecho, le confirman a Slate que hoy en día hay más de tres mil atletas en el mundo en edades comprendidas entre 10 y 75 que compiten en pole dance en niveles olímpicos.
¿En dónde estamos en 2024?
De acuerdo con Coates, ha sido “un largo, misógino y horrible camino al infierno, un camino que es poco probable que ganes a menos que seas un hombre de más de 50 años que esté dispuesto a besar el trasero de las personas adecuadas”, declaró a Slate.
Por otro lado, hemos visto deportes como skateboarding, escalar y surfing entraron a los juegos olímpicos de 2020 y en 2024 breakdancing hizo su debut.
Para que el deporte termine de ser reconocido para las olimpiadas se tiene que atravesar un largo camino antes de aplicar con el Comité Olímpico Internacional (COI) como tener una federación deportiva con estatus de Fedaración Deportiva Internacional. Para que esto último ocurra, la federación debe ser la única que gobierne sobre el deporte en el mundo, debe haber existido por al menos cinco años, ser miembros de SportAccord o tener un mínimo de 50 países afiliados en al menos 3 continentes. Sumado a esto, la federación debe seguir con la Carta Olímpiza y la Agencia Mundial Antidopaje.
Coates dice que no vio ningún beneficio tras haber sido considerado un deporte con estatus de observador, que nadie le hizo seguimiento y que quedó todo como en el aire. Ella cree que no se trata solo de burocracia sino del tilde sexual asociado a este deporte, el estigma y la relación con la industria sexual.
Entonces, quizás el sueño olímpico del pole nunca se hará realidad.