Cuando tenemos tiempo practicando con constancia cualquiera de las disciplinas que nos gustan, obtenemos pensamientos positivos, nos enfocamos en mirar más allá y tenemos la intención de estar más centrados en las cosas que nos proponemos. Es un equilibrio mental, emocional y espiritual. En base a ello, aquí te indicamos algunas conclusiones a las que llegamos al final del día:

1. Habrá siempre días buenos y días malos. Los días buenos te empujan hacia la meta, los malos te exigen lo suficiente para continuar adelante. Se necesita tener una mentalidad luchadora. Deprimirse o lamentarse no genera ningún tipo de beneficio. Puedes volverte loco, llorar y desahogarte, pero luego debes seguir y levantarte. Nadie puede hacer las cosas por ti.

2. La motivación será unos días alta y otros baja. En los días de motivación baja recuérdate por qué haces lo qué haces. La motivación te ayuda mucho y hace que el viaje sea agradable, pero si un día no está ahí no significa que tienes que tomar un descanso. Como una tarea, sólo hazlo.

3. Dolor, miedo y fatiga. La vida y la formación comparten esto. Si entrenas a tu cuerpo para hacer frente a ellos, tu mente va a aprender y utilizará ese enfoque en diferentes asuntos que no tienen relación con el entrenamiento. El fortalecimiento del cuerpo también fortalece la mente.

4. Paciencia y perseverancia. Es muy importante ser paciente. Cada vez que requieras construir algo sólido, real y duradero debes saber que necesitas tiempo. Mucho tiempo. Si te comprometes y estás centrado obtendrás lo que anhelas. Tienes que ser constante con tus intenciones y no distraerte.

5. Compromiso y opciones. En la vida no todo será bueno ni tendrás todo lo que quieres, pero algunas cosas sí. Dedica tiempo a lo que buscas, confía en ello, ámalo y cuídalo.

El entrenamiento es muy sabio. Debes hacerlo de manera constante, con cariño y un montón de amor. Siéntelo y vívelo, forma parte de tu vida.