Mié. Abr 24th, 2024

¿Te ha pasado? Ingresaste al Pole Dance para hacer ejercicio, para tonificar, desestresarte de la rutina diaria y te encantó. Fuiste avanzando poco a poco para encontrar que te hacías cada vez mejor y por ello te comenzaste a exigir cada vez más, pero en el camino la exigencia se comenzó a volver estresante para ti.

Quizás te comenzaste a inscribir en competencias, a darles clases a un grupo, hasta recibir remuneración por la actividad. Se convirtió en un compromiso y ahora es un estrés para ti. Pudiera no ser tu caso, que toda la exigencia sea ahora incluso más beneficiosa, pero puede haberte ocurrido como a Artemis que se retiró del pole en vista del estrés que comenzó a padecer.

Las actividades deportivas te pueden llevar a crear estrés, en lugar de aliviarlo, especialmente si se empieza a entrar a niveles competitivos. La exigencia de “tener que hacerlo bien”, las expectativas de tus instructores y de ti misma, generan presión. Sin embargo, muchas personas son sencillamente muy duras consigo mismas, cayendo en frustraciones cuando no logran sacar los pasos o cuando el avance no es el esperado.

Si es tu caso, lo más recomendable es bajarle dos o replantearte si de verdad el pole es lo tuyo. De todas las veces que asistes a clase, ¿cuántas disfrutas realmente? ¿Ya no te da nota ir a tu clase de pole? En una escala del uno al diez, ¿qué tan feliz te consideras cuando haces pole? Cuando no vas a pole, ¿cómo te sientes? Hoy en día, ¿para qué haces pole?

Si lo que necesitas es un break para reencontrarte con esta actividad, ¡tómatelo! ¿Quién dijo que no era válido? Puedes regresar en cualquier momento. Recuerda que la persona más importante en tu vida, eres tu misma.

 

Por admin

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *